2007/11/19
Cuando es por amor, uno da de corazón hasta lo que no tiene!
Habiendo participado como responsable del supermercado España de Luque para la colecta nacional del banco de alimentos me permito compartir con ustedes la experiencia riquísima en vivencia que por gracia de dios lo viví en compañía de quienes me han tocado compartir esta obra tan loable a la que somos educados. Compartir con gratuidad, algo difícil hoy en día pero no imposible. Grande fue el ejemplo dado por un chico de 9 años vendedor de yuyos llamado lino cesar rojas. Quien con curiosidad se había acercado a observar como nos íbamos instalando desde un comienzo para la jornada. Habiéndose nos donado un todyño entre los alimentos, atento a su mirada le regalé para que lo desayunara. Agradeció. Mas tarde se acercó a ofrecerme su yuyo para mi tereré, como queriendo devolverme el favor. le agradecí y le dije que no era necesario. Sin embargo, no se despegaba a todo lo que hacíamos y se acercó a una de las voluntarias Chavely para preguntarle que era eso? para que se hacia? y para quien se destinaba los alimentos? absolutamente todo quería saber. y luego le dijo a Chavely: cuando venda mi yuyo compraré algo para donar. Al rato, impaciente, ya no podía esperar, satisfecho con toda la información se puso mano a las obras. Llevó decidido su canasta a su madre, y vino corriendo contento parándose al lado de las voluntarias en la entrada del supermercado, como armándose de coraje primero observaba tan solo, y ya cuando su corazón no pudo resistir a adherirse pero cuidando antes el detalle de acercarse a pedirme si no podía llevar puesto el chaleco de voluntarios y las bolsas para repartir. y así lo hizo. era el mas dinámico y se le veía en el rostro la felicidad. Esa felicidad de ser servidor del señor con orgullo como poco de nosotros lo hacemos. No por cumplir, no por obligación sino de corazón¡¡¡ Cuando salían las personas pasando a las voluntarias los alimentos donados. Él, ágil como era, ya les imponía el “gracias” de haber colaborado. Realmente su presencia era como la sal que da sabor a la comida, porque como lo vivía ese instante nos reclamaba a volvernos niños como él, y gozar de todo aquello con una dimensión que solo dios te permite, que solo la fe de uno lo hace experimentar. Algo único. Era muy observador. Se había percatado que yo hacia firmar una planilla a las voluntarias que eran alumnas de colegios para el registro de sus profesoras. y me preguntó si no podía anotar también su nombre y sus datos y que quería firmar como un voluntario más. y así lo hizo. Hasta entonces no me había percatado que era el único varón entre nosotras. Me quede asombrada como él en su edad sin estudio cuidaba hasta el mas mínimo detalle, quería ser con orgullo voluntario pero con mayúscula, no vai-vai como lo hacemos nosotros. Habían 3 niñas vendedoras de bingo que se habían percatadas que el ya formaba parte de nosotras, y como por envidia cada rato le decían: tu mamá te llama. el obediente se sacaba el chaleco y me entregaba todas las bolsas y se iba corriendo, y al rato volvía dispuesto con una alegría desbordante. Cuando vino la abuela de Chavely y entro al supermercado impresionado por la actitud de lino y ante lo que le contaba su nieta Chavely le regalo una pelota de cuero. y el feliz estaba. Nos dijo que al día siguiente iba venir mas temprano para colaborar, pero se le aclaró que eso era solo una vez al año. él, ya había alcanzado como niño con su pelota el cien por uno. En un momento dado nos contó que Chavely estaba llorando porque encontró afuera a 3 niños de la calle, hermanos de 5, 6 y 7 años, explotados por sus padres que lo alzaban en el colectivo para pedir plata llorando porque no sabían como volver a casa, sucios y con hambre. Impotente ante esta realidad Chavely lloraba, no se podía explicar como a esa edad se los exponía a riesgos, y dijo si yo pudiera les llevaría a mi casa les bañarla, que coman comida caliente, les pondría en el aire aunque sea por un instante hacerles sentir que son humanos, hijos de dios. y lloraba, ante esto lino se puso atrás de ella y le dijo: no llores, porque o sino yo también voy a llorar. y ya no se contuvo, estaba llorando. Tratamos de hacerla entender con Graciela que esta es la realidad de muchos, y que no podemos resolver el problema del mundo, la indiferencia ante el dolor de muchos, pero lo importante era como vivíamos nosotros nuestra realidad, por lo menos con aquellos que nos toca de cerca en lo cotidiano. se calmó y luego le causo gracia a Chavely todo, y con ternura abrazo a lino, que se había sensibilizado con ella sobretodo sabiendo él lo que es ser pobre. una amistad y un cariño nacido en este encuentro que los marcará siempre. Llegado la hora de almorzar lino compartió con el primer grupo. Cuido de comer un poquito solo, dejando el resto para su mamá. pidió una bandejita y cargó su comida para llevarla. Cuando volvió vino con una sonrisa amplia y dijo: mi mamá guardó para mis hermanitos. ante todo esto yo quería llorar. era tan solo un niño, pero con un corazón tan grande, que cuidaba de los suyos, desprendido de todo, que lo hacia ser libre y feliz, a pesar de su condición de pobreza, pero pobre es aquel que no ama, no él, él era rico en espíritu, fuerte a su edad como para desafiar lo que se le propone. y muy feliz. A las 13 hs., nos avisó que ya tenía que irse, pero mientras su mamá entró al supermercado dijo que aprovecharía para ayudarnos un poquito más. Fue tan corto el instante que pasamos juntos, pero tan rico en vivencia. Pasó como una estrella fugaz, pero con una enseñanza de vida que nunca olvidaremos el gesto de gratuidad de Lino. Dios quiera que lo ilumine a él y a su familia y alguna vez nos permita cruzarnos otra vez en el camino. Antonia
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